Dentro de los géneros clásicos surgieron tras la modernidad nuevos subgéneros que tuvieron la misma o más relevancia que el género en sí. Por ejemplo, del Western apareció en Italia el Spaghetti Western. Con el cine negro sucede lo mismo, pero con la diferencia que en diversas cinematografías nacen distintos tipos de cine negro. En Francia el film noir se denominó Polar, y en Japón el denominado Yakuza Eiga (cine de yakuzas) fue el que ocupó el lugar del nuevo film noir japonés. Y uno de los nombres principales de dicho género es el gran Kinji Fukasaku.
Kinji Fukasaku (1930 - 2003)
El cine de Fukasaku es un cine vinculado a la serie B, a la violencia, y a la crítica (o radiografía sociopolítica). Muchos conceptos que disfrutamos hoy con normalidad del cine de acción más comercial, y algunas particularidades de cineastas como John Woo o Quentin Tarantino, fueron acuñadas allá en los setenta por el ingenio de Fukasaku. Podría ser un cineasta parecido a Samuel Fuller, con su uso de la violencia y el género, pero aquello que hace grande a Fukasaku son los elementos con los que envuelve sus contenidos y su narrativa: la cultura de consumo popular. La novela de kiosco, el cómic, la música pop... Fukasaku es un director de productos de consumo rápido, agresivo, ligero... por supuesto en apariencia.
Héroes de la modernidad. Sympathy for the underdog.
Es conocida la "anécdota" de Fukasaku de cuando era un niño durante la Segunda Guerra Mundial. En vez de ir a la escuela, junto a sus compañeros tenían que trabajar en una fábrica de balas. Durante un ataque Fukasaku tuvo que esconderse bajo los cuerpos de los cadáveres para sobrevivir. Muy probable esta historia influenció toda su carrera, y si a eso le juntamos la narrativa de los cómics manga, podremos hacernos una idea de la fuente de su estilo narrativo. Tras algunas brillantes aproximaciones al Yakuza Eiga como Sympathy for the underdog (1971) y Street Mobster (1972), Fukasaku crearía sus películas más importantes y una de las obras clave del nuevo cine japonés.
Puesta en escena, personajes, color, acción, sexo, violencia,
yakuzas... no le falta nada a The Yakuza Papers.
Hablamos de la pentalogía (sí, una serie de 5 películas) conocida como The Yakuza Papers (o Batallas Sin Honor Ni Humanidad, 1973-1974), la serie magna que narra la historia de la evolución de las yakuza en Hiroshima desde su nacimiento tras la segunda guerra mundial hasta mediados de los años setenta. Lo fascinante de The Yakuza Papers es el barroquismo de su puesta en escena, del guión, del montaje, lo caótico que plantea Fukasaku en una historia de siete horas y media que se visualiza sin esfuerzo y sin parecer de gran profundidad. El resultado final todo lo contrario. Una obra que permanece en la retina de una carga emocional y estética única, podría considerarse el gran paradigma del cine de yakuzas, y es un logro de una tipología de narrativa hasta la fecha inaudita.
Battle Royale, cine joven y obra póstuma al mismo tiempo.
Fukasaku, cineasta incansable, no se contentaría con firmar una obra capital como The Yakuza Papers, y seguiría buscando nuevas formas de hacer retratos sociales a través de diversos géneros, prácticamente hasta los días de hoy, con mayor o menor fortuna, pero sin perder su marca ni beligerancia. Virus (1980), House on Fire (1986) o The Geisha House (1999) destacan entre los films que realizó entre su obra maestra y su triunfal película final antes de morir, Battle Royale (2000). Obra de culto que Fukasaku realizó a sus 70. Cine lleno de energía y originalidad, apegado a sus orígenes y una de las historias que más ha conectado con el público joven del cine contemporáneo. Fukasaku no pierde su frescura ni talento. Desde sus primeras películas, hasta las últimas, Fukasaku fue un director inventivo que hacía cine de consumo para las masas, y nunca perdió ese sello ni esa impronta de calidad. Pocos pueden presumir como él, desde la serie B, de haber influenciado tanto a la historia del cine y a la cultura popular.
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