Volvemos a la carga tras una pequeña pausa entre el 2012 y el 2013, y lo hago haciendo un repaso a diez figuras cinematográficas que considero cruciales en la historia del cine, y que a la vez pienso que la historia del cine oficial no les hace plena justicia. Un fresco sencillo y, por falta de profundización, escueto y poco justo hacia el enorme talento que desprenden sus películas. 7 maestros del cine, uno por artículo, y la voluntad de querer hacer leer sus nombres, aunque sea sólo un poco más.
Mario Monicelli, grande de la comedia (y no tan comedia) italiana. Sus principios con Totò marcó fuertemente su trayectoria hacia la comedia, la baza que más utilizó. Pero es en sus planteamientos dramáticos donde la profundidad de su mirada puede verse más clara. Como suele suceder en la comedia, la propia gracia del humor enmascara la artesanía del cine que permite llegar a ella. El médico y el curandero (Il medico e lo stregone, 1957), Rufufú (I soliti ignoti, 1958), o La gran guerra (La grande guerra, 1959), son ejemplos de ello, siendo uno de los modelos más importantes de la llamada comedia a la italiana, que influenciaría la comedia de postguerra gracias a su marcado tono costumbrista y lleno de humor negro (negrísimo). Un estilo que nunca dejaría ninguna de sus películas, ni tan si quiera la últimas. Desde la dirección de actores, al montaje o el uso del sonido, siempre aparecerán trazas de esos orígenes de sus narrativas y formas esperpénticas.
Su comedia evolucionó, cada vez más bruta y más irreal, encontró en el absurdo y lo grotesco ese nuevo vínculo con el costumbrismo que siempre le ha preocupado e interesado tanto. Las dos películas sobre la figura de Brancaleone, La armada Brancaleone (L'armata Brancaleone, 1966) y Brancaleone y las cruzadas (Brancaleone alle crociete, 1970), Queremos los coroneles (Vogliamo i colonnelli, 1973), y Habitación para cuatro (Amici Amei, 1975) acercaron sus películas a un sentido más trágico que sus predecesoras, empezando a perfilar lo que acabaría siendo su estilo más completo y complejo. A diferencia del drama implícito de sus primeras comedias a la italiana, con un tono social muy evidente y relevante, estas nuevas comedias, más enfocadas en el gag y en la exageración, proporcionan a Monicelli la oportunidad de dibujar lo trágico de sus personajes a través de una poética y lirismo que no existía anteriormente, una cualidad que podría recordar al estilo y al cine de Pasolini, y que acabaría siendo una marca indudable del talento de Monicelli.
En su tercera etapa, personalmente donde encontramos sus grandes filmes, Monicelli se apodera directamente del drama y lo combina deliberadamente con la comedia. El equilibria de la mezcla, a parte de perfecto, es explosivo. Un burgués pequeño, muy pequeño (Un borghese piccolo piccolo, 1977), El Marqués del Grillo (Il Marchese di Grillo, 1981) y La doble vida de Matías Pascual (Le due vite di Matia Pascal, 1984). Obras magnas sin aparentarlo, profundamente humanas y un reflejo demoledor del hombre medio contemporáneo, Monicelli toca el cielo y encuentra el orden exacto para expresar su universo.
Incansable narrador hasta sus últimos días sin perder nunca la frescura, su cine es una obra tan completa y extensa que considero, incluso lo irregular de ella, de sus mejores y también de las menos afortunadas películas, un reflejo de un país, de una cinematografía y a la vez de un cineasta. Uno de los más grandes, con un legado sobre la miseria humana imprescindible.
Mario Monicelli (1915 - 2010)
Mario Monicelli, grande de la comedia (y no tan comedia) italiana. Sus principios con Totò marcó fuertemente su trayectoria hacia la comedia, la baza que más utilizó. Pero es en sus planteamientos dramáticos donde la profundidad de su mirada puede verse más clara. Como suele suceder en la comedia, la propia gracia del humor enmascara la artesanía del cine que permite llegar a ella. El médico y el curandero (Il medico e lo stregone, 1957), Rufufú (I soliti ignoti, 1958), o La gran guerra (La grande guerra, 1959), son ejemplos de ello, siendo uno de los modelos más importantes de la llamada comedia a la italiana, que influenciaría la comedia de postguerra gracias a su marcado tono costumbrista y lleno de humor negro (negrísimo). Un estilo que nunca dejaría ninguna de sus películas, ni tan si quiera la últimas. Desde la dirección de actores, al montaje o el uso del sonido, siempre aparecerán trazas de esos orígenes de sus narrativas y formas esperpénticas.
I soliti ignoti, la gran comedi a la italiana. Un reparto
de lujo en una comedia clave de la historia del cine.
Su comedia evolucionó, cada vez más bruta y más irreal, encontró en el absurdo y lo grotesco ese nuevo vínculo con el costumbrismo que siempre le ha preocupado e interesado tanto. Las dos películas sobre la figura de Brancaleone, La armada Brancaleone (L'armata Brancaleone, 1966) y Brancaleone y las cruzadas (Brancaleone alle crociete, 1970), Queremos los coroneles (Vogliamo i colonnelli, 1973), y Habitación para cuatro (Amici Amei, 1975) acercaron sus películas a un sentido más trágico que sus predecesoras, empezando a perfilar lo que acabaría siendo su estilo más completo y complejo. A diferencia del drama implícito de sus primeras comedias a la italiana, con un tono social muy evidente y relevante, estas nuevas comedias, más enfocadas en el gag y en la exageración, proporcionan a Monicelli la oportunidad de dibujar lo trágico de sus personajes a través de una poética y lirismo que no existía anteriormente, una cualidad que podría recordar al estilo y al cine de Pasolini, y que acabaría siendo una marca indudable del talento de Monicelli.
Muchos se sorprenderían de la influencia de Brancaleone
en el humor de los Monty Python.
En su tercera etapa, personalmente donde encontramos sus grandes filmes, Monicelli se apodera directamente del drama y lo combina deliberadamente con la comedia. El equilibria de la mezcla, a parte de perfecto, es explosivo. Un burgués pequeño, muy pequeño (Un borghese piccolo piccolo, 1977), El Marqués del Grillo (Il Marchese di Grillo, 1981) y La doble vida de Matías Pascual (Le due vite di Matia Pascal, 1984). Obras magnas sin aparentarlo, profundamente humanas y un reflejo demoledor del hombre medio contemporáneo, Monicelli toca el cielo y encuentra el orden exacto para expresar su universo.
Un Burgués Pequeño, Muy pequeño. El mejor Sordi y
el mejor Monicelli. Un tragedia humana irrepetible.
Incansable narrador hasta sus últimos días sin perder nunca la frescura, su cine es una obra tan completa y extensa que considero, incluso lo irregular de ella, de sus mejores y también de las menos afortunadas películas, un reflejo de un país, de una cinematografía y a la vez de un cineasta. Uno de los más grandes, con un legado sobre la miseria humana imprescindible.
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