La Navidad, aunque no nos la podemos permitir, también tiene acento castellano. Aquí algunos opciones para ver cine patrio y no morir en el intento.
Plácido (Luis García Berlanga) 1961
Para un servidor, la obra maestra de Berlanga. Cineasta que admiro y desprecio a partes iguales según que época de su filmografía contemple. Plácido es arte en mayúsculas. Cine corrosivo que no deja títere con cabeza. Diálogos afilados y casting perfecto que mantiene en la cumbre la calidad humorística y negra de la película. Qué tristeza ver, en una cinta del 61, a los mismos hijos de la grandísima que nos gobiernan en nuestros días. Ver Plácido es una experiencia completa. Cine de pasado, presente, y por desgracia futuro (en lo que a actualidad se refiere).
El Día de la Bestia (Álex de la Iglesia) 1995
El tiempo puede con ella, y ya no es la frescura de hace 17 años, pero no por ello es quizá la obra más personal y sincera de Álex de la Iglesia (personaje que se va destapando a medida que cuelga twits al mundo virtual). Cine gamberro con la astucia de hacer del cine de Berlanga un cómic de terror a lo Chicho Ibáñez Serrador. Ingeniosa y con buen pulso, las aventuras de un cura y su esperpéntico séquito por encontrar al anticristo y deshacerse de él antes que destruya el mundo.
La Gran Familia (Fernando Palacios) 1962
Aunque el panfleto es evidente, y se muestra una España en ciertos rasgos irreal, el retrato costumbrista de La Gran Familia es uno de los mejores ejemplos de cine bienintencionado de la cinematografía española. Un reparto excelente y un modelo de cine ya extinto (también de agradecer) en nuestro país. La España franquista más sonriente y amorosa a través de una familia numerosa de clase media alta, y un esquema narrativo diseñado para todo tipo de públicos enfocado en las distintas edades de los múltiples protagonistas que componen a la familia. Destaca, por supuesto, y como es habitual, Pepe Isbert y José Luís López Vázquez haciendo lo mismo de siempre.
El Crack (José Luís Garci) 1981
No es estrictamente una cinta navideña, pero su final en el "christmas" neoyorquino es uno de los momentos cumbre del cine popular español de los ochenta. La gran película de José Luís Garci (que aunque se gane todo tipo de críticas merecidas, tiene alguno de los títulos de más calidad del cine de la transición). Germán Areta, detective privado, duro entre los duros. Alfredo Landa construye un personaje magnético y carismático, y Garci consigue hacer de Madrid un lienzo de Antonio López, y de ello el marco perfecto de una historia de cine negro. Probablemente el mejor film noir de este país.
Plácido (Luis García Berlanga) 1961
El lado (muy) oscuro de la humana El Ladrón de Bicicletas.
Para un servidor, la obra maestra de Berlanga. Cineasta que admiro y desprecio a partes iguales según que época de su filmografía contemple. Plácido es arte en mayúsculas. Cine corrosivo que no deja títere con cabeza. Diálogos afilados y casting perfecto que mantiene en la cumbre la calidad humorística y negra de la película. Qué tristeza ver, en una cinta del 61, a los mismos hijos de la grandísima que nos gobiernan en nuestros días. Ver Plácido es una experiencia completa. Cine de pasado, presente, y por desgracia futuro (en lo que a actualidad se refiere).
El Día de la Bestia (Álex de la Iglesia) 1995
Santiago Seguro, su descubrimiento.
El tiempo puede con ella, y ya no es la frescura de hace 17 años, pero no por ello es quizá la obra más personal y sincera de Álex de la Iglesia (personaje que se va destapando a medida que cuelga twits al mundo virtual). Cine gamberro con la astucia de hacer del cine de Berlanga un cómic de terror a lo Chicho Ibáñez Serrador. Ingeniosa y con buen pulso, las aventuras de un cura y su esperpéntico séquito por encontrar al anticristo y deshacerse de él antes que destruya el mundo.
La Gran Familia (Fernando Palacios) 1962
Viva el opus dei franquista.
Aunque el panfleto es evidente, y se muestra una España en ciertos rasgos irreal, el retrato costumbrista de La Gran Familia es uno de los mejores ejemplos de cine bienintencionado de la cinematografía española. Un reparto excelente y un modelo de cine ya extinto (también de agradecer) en nuestro país. La España franquista más sonriente y amorosa a través de una familia numerosa de clase media alta, y un esquema narrativo diseñado para todo tipo de públicos enfocado en las distintas edades de los múltiples protagonistas que componen a la familia. Destaca, por supuesto, y como es habitual, Pepe Isbert y José Luís López Vázquez haciendo lo mismo de siempre.
El Crack (José Luís Garci) 1981
Esto sí es un tipo duro y no José Coronado
(con todos los respetos).
No es estrictamente una cinta navideña, pero su final en el "christmas" neoyorquino es uno de los momentos cumbre del cine popular español de los ochenta. La gran película de José Luís Garci (que aunque se gane todo tipo de críticas merecidas, tiene alguno de los títulos de más calidad del cine de la transición). Germán Areta, detective privado, duro entre los duros. Alfredo Landa construye un personaje magnético y carismático, y Garci consigue hacer de Madrid un lienzo de Antonio López, y de ello el marco perfecto de una historia de cine negro. Probablemente el mejor film noir de este país.
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