Ante la estilización de la violencia y del horror siempre me pregunto qué es correcto, ¿qué es lícito? Tanto en cuestiones documentales, donde la fuente de la información y de la imagen/sonido es la misma realidad, como en la ficción, una abstracción inspirada y diseñada para manipular (por la esencia de su naturaleza) al espectador.
Son tantos los matices y las fronteras que se pueden cruzar que el plasmar y narrar el horror (como por ejemplo una guerra) es tarea pantanosa y, en la mayoría de casos, abocada al fracaso. Un película como Hijos de los Hombres (A. Cuarón), que lleva el entretenimiento a un sentido hiperrealista de la violencia. A más realidad, más se introducirá al espectador en la dimensión fílmica. Los videojuegos han trastocado las reglas. Ya no sirve entender que alguien muere, debe verse al sujeto morir, desangrarse, perder un brazo, la cabeza... haciéndonos creer que eso es real. Es más importante nuestro beneplácito de la reconstrucción de lo "real" que el sentido de lo real en sí. ¿Pero qué es real?
Alain Cavalier tras ver de joven el cadáver de su abuela tuvo tanto impacto que desde ese momento se reía al ver a alguien morir en una escena cinematográfica, le resultaba falso, irreal, nada que ver con la experiencia que vivió. Mizoguchi, sabio en el arte de la creación de imágenes, decidía apartar la cámara y dejar de lado la imagen de alguien muriendo, no consideraba al cine capaz de plasmar el sentido y verdad de una muerte. Por lo tanto, si sabemos que una imagen cinematográfica, dentro de la ficción, tiene un sentido falaz, ¿por qué buscar una lógica realista en su iconografía?
Hay dos lecturas que se adentran a este tema. Una desde el ensayo, y otra desde la dramatización de una ficción. La primera, Sobre La Historia Natural De La Destrucción (W.G. Sebald), se cuestiona, mediante los horrores de los bombardeos incendiarios de Dresde, la incapacidad de todo tipo de medio de plasmar la realidad que aconteció entre el 13 y el 15 de febrero de 1945. Periodismo, fotografía, poesía, ensayo, cine, ficción literaria... fue, y es imposible, por la cercanía del horror, o por la distancia que supone el no haber vivido el horror en la propia carne, no desnaturalizar, o estilizar los hechos. El ser humano no es capaz de plasmar las experiencias que superan su dimensión humana. El horror es una de ellas.
El segundo libro nace -estoy convencido- de la lectura -entre otras, me imagino- de dos obras del autor anterior, W. G. Sebald. La combinación del libro que acabo de comentar, Sobre La Historia Natural De La Destrucción, y Austerlizt (la obra maestra de Sebald). Considerado como el autor capital de fines del sigle XX, y experto en materias de la representación, es una sombra (para nada molesta) en el nuevo libro de Ricardo Menéndez Salmón, Medusa. Al igual que en Austerlizt, el protagonista del falso documento que crea Menéndez Salmón, es un enigma resultante de la Segunda Guerra Mundial. Y de Austerlizt extrae también el ejemplo, una película manipulada donde Nazis y judíos juegan al fútbol, para cuestionarse el horror de la representación y sus misterios. Los referentes de Medusa no empañan la calidad de la obra. Al contrario, la enriquecen. Y el personaje que crea su autor, de tintes mitológicos, Prohaska, un fotógrafo, pintor y escritor, que dedica su vida a plasmar el horror, es el punto de partida de la gran pregunta que nos debatimos hoy.
Dos lecturas apasionantes por su falta de respuesta. Un enigma de principio a fin, la construcción de contratos personales que debemos redactar ante la moral y la ética de crear imágenes, de preservar lo real y lo imaginado, y de compartirlo. Un acercamiento a la necesidad del ser humano de mirar a los ojos del monstruo, y de ser el monstruo al mismo tiempo.
Sobre la historia natural de la destrucción (Sebald, W.G.) Ed. Anagrama 2005
Medusa (Menéndez Salmón, Ricardo) Ed. Seix Barral 2012
Sangre en la lente de la cámara, como si fuese verdad.
Son tantos los matices y las fronteras que se pueden cruzar que el plasmar y narrar el horror (como por ejemplo una guerra) es tarea pantanosa y, en la mayoría de casos, abocada al fracaso. Un película como Hijos de los Hombres (A. Cuarón), que lleva el entretenimiento a un sentido hiperrealista de la violencia. A más realidad, más se introducirá al espectador en la dimensión fílmica. Los videojuegos han trastocado las reglas. Ya no sirve entender que alguien muere, debe verse al sujeto morir, desangrarse, perder un brazo, la cabeza... haciéndonos creer que eso es real. Es más importante nuestro beneplácito de la reconstrucción de lo "real" que el sentido de lo real en sí. ¿Pero qué es real?
Alain Cavalier tras ver de joven el cadáver de su abuela tuvo tanto impacto que desde ese momento se reía al ver a alguien morir en una escena cinematográfica, le resultaba falso, irreal, nada que ver con la experiencia que vivió. Mizoguchi, sabio en el arte de la creación de imágenes, decidía apartar la cámara y dejar de lado la imagen de alguien muriendo, no consideraba al cine capaz de plasmar el sentido y verdad de una muerte. Por lo tanto, si sabemos que una imagen cinematográfica, dentro de la ficción, tiene un sentido falaz, ¿por qué buscar una lógica realista en su iconografía?
Ensayo sobre la representación
del horror.
Hay dos lecturas que se adentran a este tema. Una desde el ensayo, y otra desde la dramatización de una ficción. La primera, Sobre La Historia Natural De La Destrucción (W.G. Sebald), se cuestiona, mediante los horrores de los bombardeos incendiarios de Dresde, la incapacidad de todo tipo de medio de plasmar la realidad que aconteció entre el 13 y el 15 de febrero de 1945. Periodismo, fotografía, poesía, ensayo, cine, ficción literaria... fue, y es imposible, por la cercanía del horror, o por la distancia que supone el no haber vivido el horror en la propia carne, no desnaturalizar, o estilizar los hechos. El ser humano no es capaz de plasmar las experiencias que superan su dimensión humana. El horror es una de ellas.
Sobre los ojos de un
Perseo del siglo XX
El segundo libro nace -estoy convencido- de la lectura -entre otras, me imagino- de dos obras del autor anterior, W. G. Sebald. La combinación del libro que acabo de comentar, Sobre La Historia Natural De La Destrucción, y Austerlizt (la obra maestra de Sebald). Considerado como el autor capital de fines del sigle XX, y experto en materias de la representación, es una sombra (para nada molesta) en el nuevo libro de Ricardo Menéndez Salmón, Medusa. Al igual que en Austerlizt, el protagonista del falso documento que crea Menéndez Salmón, es un enigma resultante de la Segunda Guerra Mundial. Y de Austerlizt extrae también el ejemplo, una película manipulada donde Nazis y judíos juegan al fútbol, para cuestionarse el horror de la representación y sus misterios. Los referentes de Medusa no empañan la calidad de la obra. Al contrario, la enriquecen. Y el personaje que crea su autor, de tintes mitológicos, Prohaska, un fotógrafo, pintor y escritor, que dedica su vida a plasmar el horror, es el punto de partida de la gran pregunta que nos debatimos hoy.
Dos lecturas apasionantes por su falta de respuesta. Un enigma de principio a fin, la construcción de contratos personales que debemos redactar ante la moral y la ética de crear imágenes, de preservar lo real y lo imaginado, y de compartirlo. Un acercamiento a la necesidad del ser humano de mirar a los ojos del monstruo, y de ser el monstruo al mismo tiempo.
Sobre la historia natural de la destrucción (Sebald, W.G.) Ed. Anagrama 2005
Medusa (Menéndez Salmón, Ricardo) Ed. Seix Barral 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario