(...empieza en el artículo anterior)
Pero es evidente que este sentido gestual del cine no está presente en la mirada de los espectadores, ni tan siquiera en muchas ocasiones en los pensadores. Si tenemos en cuenta otros medios de expresión, donde se exige cierta sofisticación para acceder a él, pensemos en la arquitectura, en la música clásica..., uno no puede acercarse a ellos sin un pensamiento, más o menos, bien definido; sin la naturaleza del medio asumida es complejo construir un pensamiento y una lectura.
Pero el cine se presenta para el mercado (no sé si entonces la idea de mercado era tan férrea como lo es hoy en día) como filón económico de una envergadura inesperada. Se produce un film, y ese mismo film puede ser visto por cientos y miles de personas, y pagarán por verlo. Se concede el cine a la masa. De no tener un propósito claro, como bien pensaron unos de sus creadores (los Hermanos Lumière), el cine encuentra de nuevo su lugar en el mundo. Si la idea de el gesto enmarca al cine dentro de la historia del arte y de sus posibilidades únicas en materia de representación, el ticket, la entrada por espectador, coloca al cine de lleno en el sistema social. Nace el nuevo entretenimiento del pueblo.
Con ello, y uno de los grandes males, y una de sus grandes virtudes, se le exige al cine ser entretenimiento. Dos líneas muy marcadas. La dramaturgia teatral, y el espectáculo circense. Ambas separadas, y ambas cogidas de la mano. Dickson, Méliès, Porter... el cine cuenta historias, porque las historias son evasivas. Una analogía entre la hoguera prehistórica y la nueva caverna moderna con dicha hoguera en forma de flujo de luz sobre una pantalla. Una necesidad inherente del ser humano por escuchar y contar historias. Por lo tanto el movimiento particular de el gesto, surgido de la misma naturaleza consecuente de hacer cine, a un gran movimiento totalmente distinto, el de la narrativa (inherente culturalmente en la naturaleza del ser humano). Al igual que en la física, se puede entender el cine como el mundo, desde una perspectiva de grandes masas con sus leyes (universo/narrativa), a otra ley física particular (átomos/gestos). Y como sucede con la física, lo complejo es como entender estas dos concepciones científicas en una teoría unitaria. Como ver el cine desde la evasión de los grandes movimientos, a la fascinación de los pequeños detalles.
Aquí nace el conflicto, las disputas, las definiciones absolutas de lo que es o no el cine, de cual es su verdadera naturaleza y como debemos construir adecuadamente un recorrido para una expresión y una técnica, como es la cinematográfica, en un mundo y un tiempo que se las han hecho suyas. El cine no pertenece solamente a las personas, como en todas las cosas, los acontecimientos afectan y transforman, para bien y para mal, la naturaleza de los organismos. Como viene a decir Clement Greenberg (un importante teórico de la modernidad pictórica) la historia del arte no es la correcta ni la incorrecta, es la que es.
(continúa en el próximo artículo)
Pero es evidente que este sentido gestual del cine no está presente en la mirada de los espectadores, ni tan siquiera en muchas ocasiones en los pensadores. Si tenemos en cuenta otros medios de expresión, donde se exige cierta sofisticación para acceder a él, pensemos en la arquitectura, en la música clásica..., uno no puede acercarse a ellos sin un pensamiento, más o menos, bien definido; sin la naturaleza del medio asumida es complejo construir un pensamiento y una lectura.
Pero el cine se presenta para el mercado (no sé si entonces la idea de mercado era tan férrea como lo es hoy en día) como filón económico de una envergadura inesperada. Se produce un film, y ese mismo film puede ser visto por cientos y miles de personas, y pagarán por verlo. Se concede el cine a la masa. De no tener un propósito claro, como bien pensaron unos de sus creadores (los Hermanos Lumière), el cine encuentra de nuevo su lugar en el mundo. Si la idea de el gesto enmarca al cine dentro de la historia del arte y de sus posibilidades únicas en materia de representación, el ticket, la entrada por espectador, coloca al cine de lleno en el sistema social. Nace el nuevo entretenimiento del pueblo.
Seres mitómanos.
Con ello, y uno de los grandes males, y una de sus grandes virtudes, se le exige al cine ser entretenimiento. Dos líneas muy marcadas. La dramaturgia teatral, y el espectáculo circense. Ambas separadas, y ambas cogidas de la mano. Dickson, Méliès, Porter... el cine cuenta historias, porque las historias son evasivas. Una analogía entre la hoguera prehistórica y la nueva caverna moderna con dicha hoguera en forma de flujo de luz sobre una pantalla. Una necesidad inherente del ser humano por escuchar y contar historias. Por lo tanto el movimiento particular de el gesto, surgido de la misma naturaleza consecuente de hacer cine, a un gran movimiento totalmente distinto, el de la narrativa (inherente culturalmente en la naturaleza del ser humano). Al igual que en la física, se puede entender el cine como el mundo, desde una perspectiva de grandes masas con sus leyes (universo/narrativa), a otra ley física particular (átomos/gestos). Y como sucede con la física, lo complejo es como entender estas dos concepciones científicas en una teoría unitaria. Como ver el cine desde la evasión de los grandes movimientos, a la fascinación de los pequeños detalles.
El cine contiene emociones. Emoción
etimológicamente proviene de mover.
Aquí nace el conflicto, las disputas, las definiciones absolutas de lo que es o no el cine, de cual es su verdadera naturaleza y como debemos construir adecuadamente un recorrido para una expresión y una técnica, como es la cinematográfica, en un mundo y un tiempo que se las han hecho suyas. El cine no pertenece solamente a las personas, como en todas las cosas, los acontecimientos afectan y transforman, para bien y para mal, la naturaleza de los organismos. Como viene a decir Clement Greenberg (un importante teórico de la modernidad pictórica) la historia del arte no es la correcta ni la incorrecta, es la que es.
(continúa en el próximo artículo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario