Es sabido que los profesionales que trabajan en grandes campañas de publicidad suelen cobrar unos sueldos abundantes (por mal que nos pese lo que consideramos por abundancia es algo muy subjetivo). Se justifica tal abundancia en relación a los grandes beneficios que tal o cual marca comercial conseguirá gracias a ese trabajo publicitario. También se hace eco de la presión y el sinfín de horas que los profesionales dedican en un calendario in extremis para llegar a cumplir las exigencias de sus clientes. Todo ello y el caché del profesional justifica esa paga desmedida de €/hora.
También se habla de éxito si una gran marca comercial pone el ojo sobre tu empresa publicitaria. Trabajar con los grandes es señal de alcanzar una cima en un mundo en competición por tocar el cielo. Evidentemente el sistema crea esas necesidades, el propio mundo corporativo (quien será el cliente para el publicitario dada la ocasión) genera esas ansias y esos deseos para trabajar al servicio de un sistema que quiere venderse y mostrarse mejor al resto de la sociedad.
Si le sumamos que en España, nuestro caso, no hay industria cinematográfica (y si no la hubo menos la habrá ahora), y hay un numeroso sector profesional que necesita pagar el alquiler y comer algo de vez en cuando, entendemos que se presten a trabajar más que por éxito por necesidad. Pero si seguimos teniendo en cuenta que la educación para pensar la imagen (en el sector que se dedica a crear imágenes) no es muy dada a cuestionar ni fomentar la naturaleza de éstas, y mucho menos el razonar sus cualidades éticas y morales, entendemos aún mejor porqué todo ese grupo de personas trabajan para quién y haciendo el qué.
Porque solo que nos detuviéramos un minuto a pensar, y me gustaría creer que sería así, nos daríamos cuenta que al trabajar para Nike estamos ayudando a que haya más esclavitud en el mundo, que hacer que el Banc de Sabadell o La Caixa de más confianza a los nuestros es un acto de traición al conciudadano, o que hacer de Nestlé algo más dulce es ayudar a deforestar el planeta. El sistema se encarga de devorarlo todo, de hacer del arte un medio, del pensamiento una banalidad, del individuo una herramienta y de la sociedad el motor para que todo gire.
Me sigo preguntando sobre esos grandes sueldos, sobre el talento que creemos que estamos vendiendo, las horas de vida invertidas al interés de un cliente exigente. Contra menos pensamos más acatamos, y de nuestro talento y sensibilidad creamos imágenes, sonidos e ideas para ayudar al poder, un poder sin tridente ni cuernos, y no seremos conscientes de ello, pero llegará el día que ya no nos pertenecerá más alma que venderle.
También se habla de éxito si una gran marca comercial pone el ojo sobre tu empresa publicitaria. Trabajar con los grandes es señal de alcanzar una cima en un mundo en competición por tocar el cielo. Evidentemente el sistema crea esas necesidades, el propio mundo corporativo (quien será el cliente para el publicitario dada la ocasión) genera esas ansias y esos deseos para trabajar al servicio de un sistema que quiere venderse y mostrarse mejor al resto de la sociedad.
Nestlé ayudó a deforestar bosques y selvas para obtener de sus plantaciones aceite de palma
Si le sumamos que en España, nuestro caso, no hay industria cinematográfica (y si no la hubo menos la habrá ahora), y hay un numeroso sector profesional que necesita pagar el alquiler y comer algo de vez en cuando, entendemos que se presten a trabajar más que por éxito por necesidad. Pero si seguimos teniendo en cuenta que la educación para pensar la imagen (en el sector que se dedica a crear imágenes) no es muy dada a cuestionar ni fomentar la naturaleza de éstas, y mucho menos el razonar sus cualidades éticas y morales, entendemos aún mejor porqué todo ese grupo de personas trabajan para quién y haciendo el qué.
Porque solo que nos detuviéramos un minuto a pensar, y me gustaría creer que sería así, nos daríamos cuenta que al trabajar para Nike estamos ayudando a que haya más esclavitud en el mundo, que hacer que el Banc de Sabadell o La Caixa de más confianza a los nuestros es un acto de traición al conciudadano, o que hacer de Nestlé algo más dulce es ayudar a deforestar el planeta. El sistema se encarga de devorarlo todo, de hacer del arte un medio, del pensamiento una banalidad, del individuo una herramienta y de la sociedad el motor para que todo gire.
A nuestro catalán del año no le importa ganar aún más dinero para ayudar a que nos engañen
Me sigo preguntando sobre esos grandes sueldos, sobre el talento que creemos que estamos vendiendo, las horas de vida invertidas al interés de un cliente exigente. Contra menos pensamos más acatamos, y de nuestro talento y sensibilidad creamos imágenes, sonidos e ideas para ayudar al poder, un poder sin tridente ni cuernos, y no seremos conscientes de ello, pero llegará el día que ya no nos pertenecerá más alma que venderle.
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