Hasta que uno no llega a la fuente suele otorgarle a los diversos afluentes el mérito, o los méritos, de su naturaleza. He de reconocer que tardé en acercarme a los primeros films de Hou Hsiao-Hsien habiendo visto solamente sus últimos trabajos, mucho más maduros y pensados. Mientras descubría al maestro taiwanés lo hacía a la par con otros cineastas como lo son Jia Zhang Ke o Apichatpong Weerasethakul, y erróneamente catalogaba diferentes generaciones de cineastas en el mismo saco. Al descubrir los primeros trabajos de Hou Hsiao-Hsien separé y comprendí la importancia de uno de los mayores cineastas que ha dado el cine.
El cine como experiencia y despojado de una puesta en escena retórica es una de las cualidades del cine de nuestros días. El encuadre como contenedor de verdad y el gesto como partícula hacen del cine algo más sencillo (y a la vez complejo) que el relato. En Hou Hsiao-Hsien hay una evolución del cine de Ozu, desprendido de cierto drama y de su puesta en escena sentimos en la vivencia, y no en lo vivido, los deseos y preocupaciones que hay entre lo que se muestra frente a la cámara y el cineasta.
Con un sentimiento nostálgico Los chicos de Fengkuei ficciona la memoria del propio realizador y capta como en pocos films ese algo, llamémosle tiempo, que formar parte del pasado. El contraste entre lo rural y lo urbano, el mundo de hoy (desde nuestra experiencia y realidad de espectador) con el mundo de ayer (la realidad dentro del film), de la despreocupación al miedo, del colectivo a la soledad. Hou Hsiao-Hsien no dogmatiza, no da lecciones. Las lecciones son parte de la vida que es registrada por la película.
Un cine que abre las posibilidades de la narración hasta lo que conocemos hoy en día y que a la vez nos regala los silencios y los gestos de un pasado, un pasado fílmico y vivido por el cineasta, un diálogo, un reflejo con los silencios y los gestos que tuvimos y aquello, volvamos a llamarle tiempo, que ya perdimos.
Lo real y lo ficticio
El cine como experiencia y despojado de una puesta en escena retórica es una de las cualidades del cine de nuestros días. El encuadre como contenedor de verdad y el gesto como partícula hacen del cine algo más sencillo (y a la vez complejo) que el relato. En Hou Hsiao-Hsien hay una evolución del cine de Ozu, desprendido de cierto drama y de su puesta en escena sentimos en la vivencia, y no en lo vivido, los deseos y preocupaciones que hay entre lo que se muestra frente a la cámara y el cineasta.
Con un sentimiento nostálgico Los chicos de Fengkuei ficciona la memoria del propio realizador y capta como en pocos films ese algo, llamémosle tiempo, que formar parte del pasado. El contraste entre lo rural y lo urbano, el mundo de hoy (desde nuestra experiencia y realidad de espectador) con el mundo de ayer (la realidad dentro del film), de la despreocupación al miedo, del colectivo a la soledad. Hou Hsiao-Hsien no dogmatiza, no da lecciones. Las lecciones son parte de la vida que es registrada por la película.
Entender la vida con la luz y el tiempo
Un cine que abre las posibilidades de la narración hasta lo que conocemos hoy en día y que a la vez nos regala los silencios y los gestos de un pasado, un pasado fílmico y vivido por el cineasta, un diálogo, un reflejo con los silencios y los gestos que tuvimos y aquello, volvamos a llamarle tiempo, que ya perdimos.
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