No podía escribir esta serie de artículos sin detenerme en el film de culto de Cory McAbee. The American Astronaut es un compendio de ideas, ¿cómo funcionaría una película si se mezclase el western, con la serie B de ciencia ficción, el cine de autor underground y un rockabilly seco y directo?
Hace ya once años que McAbee nos sorprendió con esta perla cuando aún nadie sabía nada de él, un australiano hombre-orquesta que debutaba con una película especial y muy sólida. Nos impresionó su forma, su narrativa a través de un cine de bajo presupuesto basado en la inventiva, y una banda sonora magnética. No hay que negar que el cine de Jim Jarmusch, Monty Python, el Godard de la primera época, incluso Jacques Demy, son influencias muy presentes, pero The American Astronauta es única, un referente por si sola donde McAbee ha demostrado a través de sus otras dos películas una mirada muy particular, fílmica y con la emoción como bandera de sus excentricidades.
Western en el espacio sideral.
La imagen en blanco y negro, la amplia escala de grises y una luz brillante de negros agarrados dibujan la tristeza de un pasado (desde el futuro) pero con la verdad de lo que estamos viendo sucede en el presente. La música tiene la fuerza del directo, sea diegética o no, la veamos interpretada sobre un escenario o acompañando a los protagonistas como banda sonora sobre la nave espacial surcando el espacio. McAbee es un hombre que viene de la música, del concierto, y le da a la película toda la propiedad de una actuación, la actuación de un showman dispuesto a llevarnos a una fantasía entre surrealista e íntima.
La grandeza de McAbee es hacer transformar nuestra mirada sobre su cine, cómo su narrativa plantea lo grandilocuente para que, paso a paso, transitemos a nuestro universo más privado. Lo complicado es hacer tal proceso sin concesiones, sin desvaríos de la idea original. The American Astronaut no pierde nunca un ápice de absurdo o surrealismo, pero al final del viaje al conocer mejor a sus personajes desembocamos en lo emotivo. La llegada al planeta Venus -en el desenlace- da un vuelco al sentido del tiempo y de las ilusiones de lo narrado, la utilización de espacios e iluminación naturales completa esta odisea al sin sentido, a la juventud y lo que afecte el perderla. Cine dedicado a la verdad, cine vestido de género (o géneros), un cuento infantil de aspecto rudo pero en el fondo delicado como cualquier persona inmersa en la soledad, y en esta ocasión perdida en mitad del cosmos. Una maravilla.
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