El cine italiano de postguerra, hasta los años 70, ha sido una de las vías para poder ver en lo cinematográfico parte de la realidad española que tuvimos privada en nuestra propia cinematografía. Nuestro sistema, en las programaciones de televisión por ejemplo, nos impiden acercarnos a cual fue la historia y la realidad de nuestros padres y abuelos. Nos es difícil completar el dibujo, una herencia de narrativas, imágenes y cultura de nuestro mundo, un mundo que, entre la ignorancia y el desarraigo, no asumimos como propio.
La mirada humanista de Ermanno Olmi es una de las más importantes en la historia del cine. En su primera etapa el vínculo de lo ficticio con lo real permite que lo emotivo emerja del documento. Es tan atenta la escritura de Olmi que no dudamos, todo es veraz y funciona como testamento y testimonio de un tiempo.
Il Posto narra el examen de un joven para formar parte de una multinacional. Una jornada completa que deriva de la ilusión y la inocencia a la tragedia del mundo moderno y del capital. La relación entre los dos jóvenes que, más allá de enamorarse, se encuentran en un mundo de adultos, es uno de los retratos más cariñosos que un autor haya demostrado hacia sus personajes (hecho que sucede a menudo en la obra de Olmi).
Por mucho que Olmi quiera proteger y compadecerse de los hombres y mujeres de sus imágenes (especialmente el joven protagonista) no puede dejar de ser fiel a lo real y estar a las órdenes del mundo que el mismo desprecia y crítica. Una pesadilla que no distorsiona ni un ápice la vida cotidiana, sin exageraciones ni maniqueísmos. He aquí el horror y la angustia de la cárcel laboral a la que se verá abocado -hasta la jubilación- el protagonista de Il Posto. Esa es la importancia del documento que nos brinda Olmi, tanto por la lección sobre la sociedad y su sistema como por la memoria que contiene acerca de los nuestros y de lo nuestro.
La frescura y la despreocupación
La mirada humanista de Ermanno Olmi es una de las más importantes en la historia del cine. En su primera etapa el vínculo de lo ficticio con lo real permite que lo emotivo emerja del documento. Es tan atenta la escritura de Olmi que no dudamos, todo es veraz y funciona como testamento y testimonio de un tiempo.
Il Posto narra el examen de un joven para formar parte de una multinacional. Una jornada completa que deriva de la ilusión y la inocencia a la tragedia del mundo moderno y del capital. La relación entre los dos jóvenes que, más allá de enamorarse, se encuentran en un mundo de adultos, es uno de los retratos más cariñosos que un autor haya demostrado hacia sus personajes (hecho que sucede a menudo en la obra de Olmi).
La mano y el vasallo
Por mucho que Olmi quiera proteger y compadecerse de los hombres y mujeres de sus imágenes (especialmente el joven protagonista) no puede dejar de ser fiel a lo real y estar a las órdenes del mundo que el mismo desprecia y crítica. Una pesadilla que no distorsiona ni un ápice la vida cotidiana, sin exageraciones ni maniqueísmos. He aquí el horror y la angustia de la cárcel laboral a la que se verá abocado -hasta la jubilación- el protagonista de Il Posto. Esa es la importancia del documento que nos brinda Olmi, tanto por la lección sobre la sociedad y su sistema como por la memoria que contiene acerca de los nuestros y de lo nuestro.