Si el cine de terror nos permite llegar más allá del umbral de lo consciente, el cine negro -entendiéndolo como thriller, suspense, policiaco, criminal...- nos posiciona en medio de la realidad, mundos cargados de sombras, perspectivas imposibles, personajes corrompidos, destinos escritos por la perdición... Este es el primero de una serie de cinco artículos donde haremos un pequeño recorrido por algunos títulos del cine negro, desde la evidencia de lo formal a las ideas originarias representadas en las nuevas formas del cine contemporáneo.
En este primer bloque repasaremos cinco títulos de la esplendorosa serie B estadounidense, allí donde se formaron los cimientos del género, pequeñas producciones que adaptan la llamada novela criminal y policiaca. ¿Qué poco podían imaginarse los responsables de estos principios del cine negro el recorrido que en menos de 70 años iban a tener sus diálogos, sus ideas formales o su forma de entender el entretenimiento?
The Big Clock (John Farrow) 1948
Siguiendo la estela de King Vidor y su pionera The Crowd, John Farrow se sirve del pulp y el mero entretenimiento para hablar de la corrupción en los medios de comunicación. Prestarle atención al valor del subtexto es tan innecesario como el valor que le da el propio Farrow. La película es un artificio hacia el entretenimiento, 95 minutos de giros argumentales y exquisitos movimientos de cámara en un thriller de acción que no da tregua al respiro. El manierismo a la orden del día. Un ejercicio narrativo lleno de inventiva y al servicio de un casting poderoso y carismático. El thriller como evasión.
Force of Evil (Abraham Polonsky) 1948
El cineasta maldito Abraham Polonsky -os recomiendo buscar algo más sobre su historia- firma la joya de la corona del clasicismo negro. No hay director moderno o postmoderno que escape de las garras de esta tragedia griega. Puesta en escena, diálogos, sonido, montaje, música... desde el cine de Scorsese a la violencia de Kitano uno encuentra la huella de Polonsky. Force of Evil es utilizar el medio para trascender. Una lección moral donde el pulso del director marca las directrices hacia donde debemos leer y entender la película. Magistral.
Nightmare Alley (Edmund Goulding) 1947
El cine negro es en sus orígenes un cine donde el poder visual apremia sobre la propia narrativa. Los expresionistas y maestros alemanes dejaron en herencia una manera de expresar la psique con el espacio y la luz. Goulding va más allá, hace invisible lo evidente y empieza a asentar los principios de cierto clasicismo moderno, como en los nuevos títulos de Cronenberg o el nuevo cine de los Cohen donde cada vez pierde más entidad el género en las imágenes naturalizando lo malvado en lo cotidiano. Nightmare Alley contiene tal cantidad de ideas en la utilización sutil de la cámara, el espacio, y la disposición de los extras y los protagonistas que hace de cada encuadre (y la transformación de éste) una lección de cine inabarcable.
The Window (Tedd Tetzlaff) 1949
Esta pequeña película sobre la fábula de Pedro y el Lobo no se caracteriza por un guión brillante ni tampoco por ser una de las más relevantes, pero The Window es lo que debe entenderse como una película de serie B y cómo su realizador busca otras formas de expresión, bebiendo de los nuevos cines europeos, para aportar diferentes sensibilidades a lo anodino. Tal como se utilizan espacios reales y no decorados, le dan a The Window un valor único en relación a sus coetáneas. El cine negro es un cine de la urbe y del individuo en ésta, y en pocas películas la ciudad respira tanta verdad como en The Window. Si a eso se le suma una cantidad incontable de pequeñas decisiones de cámara y montaje que no dejan de sorprendernos, hacen de The Window una rareza -llena de cine- que pasa desapercibida por la sombra de sus mayores.
The Spiral Starcaise (Robert Siodmak) 1945
A través de su secuencia inicial dando pie a una lectura cinematográfica de los valores del cine mudo, hasta su desenlace totalmente opuesto a cualquier film hollywoodiense de su tiempo, viajamos a través de The Spiral Starcaise por el más brillante y jocoso de los ejercicios estilísticos de su tiempo. Una maravillosa experiencia en blanco y negro (¡cómo no Musuraca en la fotografía!) y una puesta en escena que desmembra el espacio con cada movimiento. El maestro alemán Siodmak no escatima intensidad en ningún travelling o panorámica, en ningún suspenso en el punto de corte o sobre los diálogos desconcertantes que desdibujan la coherencia del relato. Es exactitud, belleza, género. Como decía la propia publicidad del film: "Ni Hitchcock lo hubiese hecho mejor". Y es que Siodmak no tiene que envidiarle nada a nadie, es uno de los más grandes.
Hasta aquí los primeros títulos de este repaso por el cine negro. En el próximo artículo comentaremos las próximas cinco.
En este primer bloque repasaremos cinco títulos de la esplendorosa serie B estadounidense, allí donde se formaron los cimientos del género, pequeñas producciones que adaptan la llamada novela criminal y policiaca. ¿Qué poco podían imaginarse los responsables de estos principios del cine negro el recorrido que en menos de 70 años iban a tener sus diálogos, sus ideas formales o su forma de entender el entretenimiento?
The Big Clock (John Farrow) 1948
El imposible primer plano secuencia muestra la fuerza de la cámara
de Farrow. Pocos pasos a un flashback han sido tan espectaculares.
Siguiendo la estela de King Vidor y su pionera The Crowd, John Farrow se sirve del pulp y el mero entretenimiento para hablar de la corrupción en los medios de comunicación. Prestarle atención al valor del subtexto es tan innecesario como el valor que le da el propio Farrow. La película es un artificio hacia el entretenimiento, 95 minutos de giros argumentales y exquisitos movimientos de cámara en un thriller de acción que no da tregua al respiro. El manierismo a la orden del día. Un ejercicio narrativo lleno de inventiva y al servicio de un casting poderoso y carismático. El thriller como evasión.
Force of Evil (Abraham Polonsky) 1948
Dioses y humanos, el destino a través de la ciudad.
El cineasta maldito Abraham Polonsky -os recomiendo buscar algo más sobre su historia- firma la joya de la corona del clasicismo negro. No hay director moderno o postmoderno que escape de las garras de esta tragedia griega. Puesta en escena, diálogos, sonido, montaje, música... desde el cine de Scorsese a la violencia de Kitano uno encuentra la huella de Polonsky. Force of Evil es utilizar el medio para trascender. Una lección moral donde el pulso del director marca las directrices hacia donde debemos leer y entender la película. Magistral.
Nightmare Alley (Edmund Goulding) 1947
La composición del cuadro y el valor de cada actor en él.
El cine negro es en sus orígenes un cine donde el poder visual apremia sobre la propia narrativa. Los expresionistas y maestros alemanes dejaron en herencia una manera de expresar la psique con el espacio y la luz. Goulding va más allá, hace invisible lo evidente y empieza a asentar los principios de cierto clasicismo moderno, como en los nuevos títulos de Cronenberg o el nuevo cine de los Cohen donde cada vez pierde más entidad el género en las imágenes naturalizando lo malvado en lo cotidiano. Nightmare Alley contiene tal cantidad de ideas en la utilización sutil de la cámara, el espacio, y la disposición de los extras y los protagonistas que hace de cada encuadre (y la transformación de éste) una lección de cine inabarcable.
The Window (Tedd Tetzlaff) 1949
Ese toque documental dimensiona hacia otro valor toda la película.
Esta pequeña película sobre la fábula de Pedro y el Lobo no se caracteriza por un guión brillante ni tampoco por ser una de las más relevantes, pero The Window es lo que debe entenderse como una película de serie B y cómo su realizador busca otras formas de expresión, bebiendo de los nuevos cines europeos, para aportar diferentes sensibilidades a lo anodino. Tal como se utilizan espacios reales y no decorados, le dan a The Window un valor único en relación a sus coetáneas. El cine negro es un cine de la urbe y del individuo en ésta, y en pocas películas la ciudad respira tanta verdad como en The Window. Si a eso se le suma una cantidad incontable de pequeñas decisiones de cámara y montaje que no dejan de sorprendernos, hacen de The Window una rareza -llena de cine- que pasa desapercibida por la sombra de sus mayores.
The Spiral Starcaise (Robert Siodmak) 1945
Elegancia, escultura... un asesinato.
A través de su secuencia inicial dando pie a una lectura cinematográfica de los valores del cine mudo, hasta su desenlace totalmente opuesto a cualquier film hollywoodiense de su tiempo, viajamos a través de The Spiral Starcaise por el más brillante y jocoso de los ejercicios estilísticos de su tiempo. Una maravillosa experiencia en blanco y negro (¡cómo no Musuraca en la fotografía!) y una puesta en escena que desmembra el espacio con cada movimiento. El maestro alemán Siodmak no escatima intensidad en ningún travelling o panorámica, en ningún suspenso en el punto de corte o sobre los diálogos desconcertantes que desdibujan la coherencia del relato. Es exactitud, belleza, género. Como decía la propia publicidad del film: "Ni Hitchcock lo hubiese hecho mejor". Y es que Siodmak no tiene que envidiarle nada a nadie, es uno de los más grandes.
Hasta aquí los primeros títulos de este repaso por el cine negro. En el próximo artículo comentaremos las próximas cinco.
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