sábado, 24 de noviembre de 2012

Festival L'Alternativa: 03 (La Casa Emak Bakia)

LA CASA EMAK BAKIA ECLIPSA MIS PREVISIONES CINEMATOGRÁFICAS DEL AÑO.

La Casa Emak Bakia (Oskar Alegria) 2012

Lo normal sería que siguiese con mi crónica del festival e hiciese una reseña de las películas que vi en la tercera jornada. Pero el visionado de La Casa Emak Bakia es un acontecimiento y considero pecaminoso no darle un espacio aparte. En el próximo artículo recuperaré las películas que no comento hoy aquí.

Oskar Alegria plantea un juego, y un cortometraje que da nombre a la película son las reglas del juego, Emak Bakia. Un cortometraje de Man Ray que trasciende al cine y es, como se demuestra en el film, una filosofía de vida, una forma de entender la vida y la creación. Esta expresión vasca Emak Bakia (¡Déjame en paz!) es el punto de partida de todo lo que hace del cine esa experiencia maravillosa, un acto infantil limpio de retórica y que con maestría Oskar Alegría lo exhibe con la naturaleza de lo que se siente pero no se piensa.

Las lágrimas de Man Ray.

Pero como en toda gran obra el pensamiento existe, vaya si existe, pero no se enseña, los engranajes invisible de La Casa Emak Bakia hacen girar la maquinaria del sentimiento fílmico. A su vez una narrativa explica el modo de acercarse a un tipo de cine o un tipo de mirada para acercarse al cine, y al mismo tiempo un viaje ilusorio que camina entre el deseo, la imaginación y la especulación y lo real, la suerte del accidente, el captar la vida como la cámara que capta imágenes, improvistas de cualquier intención, el movimiento, la luz y las sombras.

Lo verdadero embriaga, y los accidentes a los cuales se deja llevar Oskar Alegria insisten una y otra vez en tocar la piedra, escuchar las voces, mirar a la raíz y sentir un mundo de antaño y de hoy que parece que haya desaparecido. Oskar Alegria tiene fe en el cine, y ese ojo mágico de la cámara que capta lo invisible que nos muestra lo concreto de lo espectral. La alegría que queda en el cuerpo tras estar con lo tuyo y los tuyos al acabar el visionado de La Casa Emak Bakia es quizá aquello que más me entusiasma, cine nacional que nos da entidad (aunque sea una historia vasco-francesa) un espejo que profundiza en el reflejo y viaja a través del tiempo y de las emociones. Cine popular que entiende el cine con golpes de idea, ideas como el pensamiento de un niño que recibe por primera vez una palabra, una imagen, sin significados y sentidos, la imagen, la idea, el cine sin más.

Cine de resurrecciones, de vida y de
juego. Cine que mira al futuro.

No tengo reparos en aventurarme a decir que La Casa Emak Bakia es la mejor película española en años, me remonto a Tren de Sombras de Guerín para encontrar el mejor recuerdo fílmico desde este extraordinario documental. No dudéis en acercaros a La Casa Emak Bakia porque pocas veces el cine es una obra popular, y menos en nuestros días, cine para todos, un servicio al sentimiento utilizando el cine como la mejor de las herramientas y utilizada de la mejor de las formas.

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