Si os digo el nombre de Simon Wells es poco probable que sepáis de quién esté hablando. La figura del artesano cada vez está más desprestigiada, el éxito debe alcanzarse en la juventud y a través de la distinción, no del buen oficio y de la experiencia, y sobretodo de la discreción. Simon Wells es un cineasta de oficio, un valor al quien confiar producciones del cine de animación que deben llevarse a buen puerto. Películas como Balto, Fievel Va Al Oeste, o El Príncipe de Egipto, no parecen destacar dentro del panorama del cine de animación, pero son tres títulos robustos con más puntos de interés que la mayoría de cintas de su tiempo, donde una mirada muy ajustada controla la puesta en escena clásica como pocos directores tanto de Disney, Pixar o Dreamworks han logrado en el Hollywood del blockbuster animado.
A continuación me gustaría destacar tres secuencias (de lo mejor del cine de animación contemporáneo diría yo) dentro de la filmografía de Simon Wells. Tres piezas dramáticas que destacaría por distintos valores.
El Príncipe de Egipto (Simon Wells) 1998
La interpretación de los personajes en el cine de animación es uno de los puntos más interesantes y complejos dentro de su medio. Una cierta estereotipación de la actuación cartoon de los personajes y sus movimientos, y la utilización de los planos cortos de gestos concretos con la información clave de cada intención dramática, ayudan a los animadores (y a los directores) o esquematizar el valor emocional de sus personajes a través de la actuación. En esta secuencia de El Príncipe de Egipto encontramos el polo opuesto. Moisés se encuentra la zarza ardiente, el momento más trascendental de su vida. Simon Wells apuesta por los planos largos, muy largos, aguantando la fuerza en la respiración y en la mirada de Moisés. La contención resiste al espectáculo hasta que Dios se muestra con todo su esplendor. Tanto el uso del montaje como la elección de los valores del plano ayudan a reforzar la emotividad a través del clasicismo. Una de las secuencias claves de la animación contemporánea. Nunca dos ojos animados tuvieron tanta fuerza y tanta magia.
Aquí podéis ver la secuencia.
Balto (Simon Wells) 1995
Admiro como pocas esta cinta menor para el mercado del VHS. Balto es un film lleno de tópicos, animación económica y un mercado muy concreto que marca todas las decisiones artísticas que se puedan tomar. A pesar de todo Simon Wells, sin olvidar la función y el destino del film, nos regala un pequeño clásico, plagado de momentos con una mística sobrecogedora pensada para los más pequeños. La historia de un perro/lobo que debe decir si ser perro o lobo. El clímax de Balto, cuando el protagonista moribundo debe encontrar fuerzas en su interior para continuar su viaje, es donde el potencial del film se abre y surge una secuencia inolvidable, la mística de la naturaleza, el paso de la vida a la muerte, la identidad... cine en mayúsculas, pero lo más importante, Simon Wells no se desquita de sus obligaciones y nunca traiciona su función. La contemplación del oficio bien realizado emociona.
Aquí podéis ver la secuencia.
Fievel Va al Oeste (Simon Wells) 1991
Segundas partes nunca fueron buenas se dice, en este caso fue algo completamente diferente. La joya de Don Bluth "Fievel y el Nuevo Mundo" llena de tristeza y crueldad se transforma en esta segunda parte en una aventura cómica en medio del clásico oeste. Película marcadamente infantil de una elegancia y amor por el cartoon. La secuencia final es la guinda del pastel. Un joven Fievel siguiendo la sombra de un viejo Sheriff, el sheriff le regala su estrella y Fievel no se reconoce como un héroe, y sobre su reflejo en la estrella (ahora de Fievel) el Sheriff nos cuenta "Recuerda, Fievel. El atardecer de un hombre es el amanecer de otro. No sé que se esconde detrás de esas colinas (el horizonte, Monument Valley), pero si montas hacia allá con la mirada fija, el corazón abierto... pienso que un día encontrarás al héroe que habías estado buscando". La música sube, las dos siluetas a contraluz del sol crepuscular y aparece el THE END con toda la fuerza con la que puede acabar una película. Toma cine infantil.
No he encontrado ningún vídeo de esta secuencia. Aquí podéis ver unas imágenes.
Simon Wells. Un contador de historias a través del plano, del corte, del diálogo, de la música, del sonido, de la luz... de la forma. Un narrador clásico que sabe hacer su oficio, uno entre muchos quizá penséis, pero las tres películas que aquí he comentado hoy no son tres entre muchas, y esas son las únicas cuentas que tiene que rendir un cineasta.
A continuación me gustaría destacar tres secuencias (de lo mejor del cine de animación contemporáneo diría yo) dentro de la filmografía de Simon Wells. Tres piezas dramáticas que destacaría por distintos valores.
El Príncipe de Egipto (Simon Wells) 1998
La precisión del dibujo en movimiento
haciendo vibrar las emociones.
La interpretación de los personajes en el cine de animación es uno de los puntos más interesantes y complejos dentro de su medio. Una cierta estereotipación de la actuación cartoon de los personajes y sus movimientos, y la utilización de los planos cortos de gestos concretos con la información clave de cada intención dramática, ayudan a los animadores (y a los directores) o esquematizar el valor emocional de sus personajes a través de la actuación. En esta secuencia de El Príncipe de Egipto encontramos el polo opuesto. Moisés se encuentra la zarza ardiente, el momento más trascendental de su vida. Simon Wells apuesta por los planos largos, muy largos, aguantando la fuerza en la respiración y en la mirada de Moisés. La contención resiste al espectáculo hasta que Dios se muestra con todo su esplendor. Tanto el uso del montaje como la elección de los valores del plano ayudan a reforzar la emotividad a través del clasicismo. Una de las secuencias claves de la animación contemporánea. Nunca dos ojos animados tuvieron tanta fuerza y tanta magia.
Aquí podéis ver la secuencia.
Balto (Simon Wells) 1995
Una pieza limpia de anodino el conjunto.
Admiro como pocas esta cinta menor para el mercado del VHS. Balto es un film lleno de tópicos, animación económica y un mercado muy concreto que marca todas las decisiones artísticas que se puedan tomar. A pesar de todo Simon Wells, sin olvidar la función y el destino del film, nos regala un pequeño clásico, plagado de momentos con una mística sobrecogedora pensada para los más pequeños. La historia de un perro/lobo que debe decir si ser perro o lobo. El clímax de Balto, cuando el protagonista moribundo debe encontrar fuerzas en su interior para continuar su viaje, es donde el potencial del film se abre y surge una secuencia inolvidable, la mística de la naturaleza, el paso de la vida a la muerte, la identidad... cine en mayúsculas, pero lo más importante, Simon Wells no se desquita de sus obligaciones y nunca traiciona su función. La contemplación del oficio bien realizado emociona.
Aquí podéis ver la secuencia.
Fievel Va al Oeste (Simon Wells) 1991
Fievel Ratonowitz y el reflejo de Wally Perrales en la estrella de sheriff.
Hay mucho más cine donde pensamos que a veces no lo hay.
Segundas partes nunca fueron buenas se dice, en este caso fue algo completamente diferente. La joya de Don Bluth "Fievel y el Nuevo Mundo" llena de tristeza y crueldad se transforma en esta segunda parte en una aventura cómica en medio del clásico oeste. Película marcadamente infantil de una elegancia y amor por el cartoon. La secuencia final es la guinda del pastel. Un joven Fievel siguiendo la sombra de un viejo Sheriff, el sheriff le regala su estrella y Fievel no se reconoce como un héroe, y sobre su reflejo en la estrella (ahora de Fievel) el Sheriff nos cuenta "Recuerda, Fievel. El atardecer de un hombre es el amanecer de otro. No sé que se esconde detrás de esas colinas (el horizonte, Monument Valley), pero si montas hacia allá con la mirada fija, el corazón abierto... pienso que un día encontrarás al héroe que habías estado buscando". La música sube, las dos siluetas a contraluz del sol crepuscular y aparece el THE END con toda la fuerza con la que puede acabar una película. Toma cine infantil.
No he encontrado ningún vídeo de esta secuencia. Aquí podéis ver unas imágenes.
Simon Wells. Un contador de historias a través del plano, del corte, del diálogo, de la música, del sonido, de la luz... de la forma. Un narrador clásico que sabe hacer su oficio, uno entre muchos quizá penséis, pero las tres películas que aquí he comentado hoy no son tres entre muchas, y esas son las únicas cuentas que tiene que rendir un cineasta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario